viernes, 6 de abril de 2012

Hoy a la mañana pasó lo que venía esperando desde hace días; el desconsiderado de Germán apareció. Lo usual, lo de siempre. Su forma de acercarse aunque esté enojado. Como los perros después de que se mandan una cagada y vienen caminando despacito, con las orejas para atrás y sin poder sostener la mirada. hola como andas”, así sin mayúsculas ni signos ni nada. Un mensaje de texto pelado e inexpresivo, como él, como nosotros.
Pensé varios segundos qué contestarle, pensé y pensé. Con este tano loco hay que pensar varias veces que contestar, sobre todo cuando viene él con el rabo entre las patas y la cabeza gacha. Va a estar ultra ofendido y algo paranoico, ya lo conozco. Del año y medio que estuvimos juntos tuvimos 3.000.000 de peleas pero nunca estuvimos más de dos días sin hablarnos. O aflojaba él o yo, o a veces alguno de los dos forzaba algún encuentro casual en el bar o en la oficina que nos obligue a retomar contacto y así enganchar. No tengo mucha experiencia con los hombres, no tuve muchos novios, en realidad sólo uno. Una experiencia única y- espero-, irrepetible. De todas maneras esto que tenemos con Germán difícil pueda ser catalogado como “relación”; yo lo definiría como un encontronazo, un golpe de dos trenes, uno a contramano (él, obvio), como un manotazo de ahogado, como uno de esos choques torpes entre brazos y manos que se producen en las calles superpobladas de Buenos Aires, como un especie de sacudón que hace parar y recalcular. El problema de eso es que yo todavía estoy pivoteando, viendo si me caigo o conservo el equilibrio. Basculando. 
No tuve muchas relaciones con hombres, un solo novio en todo mi historial, y padre no tengo ni tuve o por lo menos después de los nueve años. Un día salió a comprar un sifón de soda y no volvió más. Si, otro cliché en mi vida, aunque este es algo diferente, salió a comprar un sifón de soda pero no volvió no porque se hubiera escapado con una amante diez años menor a las Bahamas, sino porque no vio el 47 que venía a las chapas y fuera de servicio que lo pasó por encima, hizo reventar el sifón y cuatro horas más tarde lo dejó  muerto y desfigurado en una sala de operaciones. Una historia triste, traumática y brutal, si, una verdadera tragedia de la que muy poco se habla y casi ni se recuerda. A partir de ahí mi madre nos crio sola e infundió una atmosfera rara y desmemoriada en la que la figura paterna pertenece sólo al área conceptual. Aprendimos a convivir sin papa y a no preguntarnos nada. Solo ir al cementerio año tras año para el aniversario con una ligera idea de lo que pasó pero nada en claro. En ese momento yo tenía solo nueve años y Cami seis.  Desde entonces mi mamá nos crió sin volver a formar pareja entre una horda de tías y primas; una fauna familiar meramente femenina.
Mientras pensaba qué carajos contestarle al rey de la novela me llegó otro mensaje hiperexcitado de mi hermana “trola en qué andas, ni apareciste anoche! Tengo mil novedades del del 110!! Dsps te cuento. Re da garchar en el bondiiiiii jajajaja nos vemos a la noche, ¿estas no?"
A veces no sé si mi hermana es simplemente negadora o no puede asociar una idea con otra; pero tener sexo en un colectivo cuando tu padre murió atropellado por uno es un toque “too much”.  Además, ¿ella garcha en colectivos y me llama a mi trola? Le contesté un sí a secas. Todavía no sabía qué contestarle a Germán y ya se me estaba haciendo tarde para maquillarme por si nos juntábamos.
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En toda mi vida tuve un solo novio, Fabián, tuvimos una relación larga, tediosa y monótona. Hacíamos cosas de novios y estábamos prácticamente todo el día encerrados en mi casa. Fabi fue el novio oficial, el que entró, el que me desvirgó (tarde, muy tarde) y quién vino a funcionar de señuelo de “vida lo suficientemente normal”, el que- supongo- desmitificó los rumores de traumada por falta de imagen paterna o lesbiana encubierta. Durante un largo período de noviazgo estuvo muy deprimido, yo en el momento no me daba cuenta, claro, consideraba que estaba estresado, cansado, o simplemente aburrido, pero en ese momento todavía pensaba que el aburrimiento en la vida y en la pareja era algo normal. Un destino único e inexorable. A veces todavía lo sigo pensando, por eso me conformo con solo tener un amante.

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